Si hay un ámbito complejo que sigue guardando la mayor parte de sus secretos, es el del “espíritu”, es decir, el que nos impulsa internamente para que una idea germine y luego arraigue. Camino en la consecución de un objetivo tanto puramente intelectual y “físicamente” en una acción.
Así, muchos investigadores, ciencias duras o ciencias más espirituales han pasado años de reflexión, análisis y experimentación con el fin de desentrañar este gran misterio representado por la chispa de la alta conciencia que nos diferencia del animal, de la planta o del mineral.
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En esta perspectiva de mejor comprensión, sentimientos como el amor o el apego, por no decir atracción, siempre nos parece difícil en lo que tienen a la vez de poder pero también de evanescencia si buscamos cuantificarlos de una manera estrictamente más matemática o cartesiana, entonces nos encontramos ante una imposibilidad ya que no sabemos cómo hacerlo ni cómo desarrollar modelos científicos convincentes.
Asimismo, “la mente”, como la imaginamos, es sólo una construcción intelectual de un estado de conciencia que está animado por una gran voluntad de vivir y expresarse en la realidad del mundo que nos rodea; Por tanto, es sin duda interesante ver en esta “voluntad” que articula el espíritu y la realidad un fuerte índice en el que podemos apoyarnos para redefinir la noción fundamental.
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Inmediatamente sentimos que tal análisis no puede prescindir de teorías filosóficas o de teorías puramente espirituales de un orden que nos eleva en países inexplorados o en barbecho, o en caminos despejados, pero estos son a menudo sectarios o enrevesados por estar demasiado cerca de aquellos que ” inventado “o pensado íntimamente en ellos.
También es una paradoja aquí que la cosa estudiada es también la que nos permite pensar y calibrar la realidad externa mezclándola con conceptos ideológicos interiores que muchas veces son personales.
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“Querer” es, por tanto, una noción capital que expresa con fuerza el movimiento de la mente con la ruptura de la inercia de la certeza para, por el contrario, avanzar y asumir riesgos, los que reclaman la novedad que rompe el aburrimiento o la quietud de la mente y la acción relacionada con ello.
En esta aventura obviamente no estamos solos, siempre es en otras donde se reflejará una imagen dinámica de lo que vislumbramos en el futuro inmediato, es a partir de la construcción de una idea que se desarrolla que la noción avanza. Del presente al devenir y por lo tanto de la de un futuro deseado.
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